Etapa 10: sorpresa final

El cuerpo pedía dormir en cama normal y lo que tenía que ser una alarma a las 6.45 se acaba aplazando casi hasta las 8.

 

Bajamos a desayunar al buffet del Kex, dónde damos buena cuenta de los panes integrales, yogur y muesli. Habiendo devuelto el coche, la única opción que nos queda es pedalear los 50km hasta el aeropuerto, así que hay que cargar las pilas.

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Nuestro vuelo sale a la 01.40am, por lo que podemos tomárnoslo con toda la calma del mundo para evitar cargar demasiado la rodilla, que estos días se ha portado bien.

 

Sacamos las bicis del trastero dónde han pasado la noche y procedemos a distribuir las alforjas, sacos y tienda, así como apretar cuatro tornillos que se habían aflojado con todo el traqueteo! El cielo amenaza tormenta, así que ya colocamos las fundas de lluvia sobre las alforjas, para evitar tener que hacerlo si nos pilla la lluvia por el camino.

 

Otra vez nos vuelve a costar salir de la ciudad (aunque ni mucho menos lo que nos costó a la ida) y ahora evitamos la carretera 41 utilizando los carriles bici asfaltados que serpentean a los lados de ésta. A unos 10km de Reykjavik y ya en carretera normal nos empieza a llover y tenemos que parar en una gasolinera para ponerme los cubrebotas de neopreno que me recomendaron en Bicimarket y que hasta ahora habían estado bien guardados. Neopreno y rápido son dos conceptos que no se llevan bien, me costó lo mío poderlos cerrar sobre la bota.

 

Nos incorporamos de nuevo a la 41, en la primera (y única) bajada del trayecto. Vuelve a llover, esta vez convertido en frío granizo y acompañado de un viento que sopla en cualquier dirección menos en la que nos interesa.

Como ya es típico, la lluvia para de golpe y sale el sol. Suerte que vamos bien equipados con ropa impermeable! El viento no amaina y aparecen los primeros problemas, tanto mecánicos como físicos. El cuenta de David deja de funcionar y el freno no responde bien. Por mi parte, mi cuerpo no ha asimilado demasiado bien el desayuno y se queja fuerte.

 

La carretera tiene una leve subida constante y el viento es tan fuerte que arranca la bandera de mi bici y nos obliga a bajarnos, pues los zarandeos son peligrosos. Vuelve a llovee y empujamos las bicis por el arcén, mientras con la mano izquierda hago autostop (nunca se sabe!). Frío, viento, lluvia y dolor, la combinación perfecta para querer tirar la bici por la cuneta.

 

En poco menos de dos minutos para delante nuestro una furgoneta blanca, que nos pregunta si queremos que nos lleve o preferimos seguir andando (qué humor!!)!! En la parte trasera lleva dos motos de Cross, pero aún y así hay hueco para las dos bicis cargadas con las alforjas.

 

Nos pregunta hacia dónde vamos y cuando le decimos que a la Blue Lagoon, nos dice que nos puede dejar justo en el desvío.

 

Descargamos las bicis, los carteles indican 10km y al final de la recta se ven las columnas de humo. Ilusos e inconscientes, pensábamos que el viento habría amainado pero no. Sopla aún más fuerte y más en contra, por lo que el ritmo en plato pequeño es prácticamente nulo. David se cae prácticamente en parado. Nos toca volver a empujar las bicis, pues esta vez no hay suerte en la llamada del dedo. Spoiler para ciclistas: las rectas planas no existen en Islandia, siempre suben.

 

A las 1625, casi 6h después de haber dejado la capital, llegamos a la Blue Lagoon, uno de los rincones más fantásticos (y turísticos de la isla).

 

La Laguna Azul (islandés: Bláa lónið) es unbalneario geotermal situado al suroeste deIslandia. Se trata de una de las atracciones más visitadas del país, donde las vaporosas aguas son parte de una formación de lava. Las aguas templadas son ricas en minerales como sílice y azufre y bañarse en la Laguna Azul se dice que ayuda a personas que padecen de enfermedades de la piel como lapsoriasis.[1] La temperatura del agua en el baño y la zona de natación de la laguna tiene una media de 40 °C (104 °F).

 

La laguna es alimentada por la producción de agua de la cercana planta de energía geotérmica Svartsengi. El agua sobrecalentada surge del terreno cerca de la corriente de lava para mover las turbinas que generan electricidad. Después de pasar por las turbinas, el vapor y el agua caliente pasa a través de un intercambiador de calor para proporcionar calor para el sistema de agua caliente municipal. Luego el agua se alimenta a la laguna para usos recreativos y medicinales.

 

Antes de partir nos pusimos en contacto con las diferentes oficinas de turismo del país para darles a conocer el proyecto Bike2Iceland. Desde Visit Reykjanes se mostraron encantados con la idea y nos invitaron a la Blue Lagoon. Así que ya teníamos aliciente para pedalear cada día, pensar en un bañito caliente!

 

Y aunque los planes de viaje se nos truncaron, la Blue Lagoon seguía esperándonos tras estos últimos y duros km! Tras presentarnos nos guardaron las bicis en la taquilla y nos dieron nuestra pulserita con todo lo que ello implica: consumición y mascarilla de algas incluida, control de la taquilla para la ropa y cargos varios. Todo muy cómodo, así sólo tienes que llevar contigo tu albornoz y te cobran lo consumido a la salida.

 

El agua esta a unos 38-40grados, mientras que fuera debemos estar a 8 max. El contraste es fuerte pero se está genial en el agua!! Sauna, baño de vapor y cascada de agua caliente. En las rocas han colocado cajas con fango silica para usarlo como mascarilla.

 

Nos acercamos al bar situado enmedio del agua. Pedimos un smoothie y nos escanean la pulsera. The good life, que le llaman.

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Aunque estamos arrugadísimos, no hay quien nos saque del agua caliente pero el deber nos espera y tenemos que volver al Alex Guesthouse para desmontar las bicis y ponerlas a dormir en sus cajas. Con el cuerpo relajadisimo y lloviendo, tenemos la suerte de poder coger un taxi de 6 personas dónde entran perfectamente las bicis.

 

Desmontarlas nos lleva más tiempo del que pensábamos, pero aún y asi vamos sobradisimos y nos toca esperar en el aeropuerto. Por un lado, un vuelo a la 01.40 te permite aprovechar el día pero luego la espera se hace eterna!

 

El embarque significa dejar atrás Islandia, un viaje que había sido planeado al detalle  y de golpe tuvimos que reestructurarlo todo, pero en el que hemos visto mucho más de lo que nos habríamos imaginado jamás.

 

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